"...en el remanso perfumado del camarote, hicieron un amor tranquilo y sano, de abuelos percudidos, que iba a fijarse en su memoria como el mejor recuerdo de aquel viaje lunático. No se sentían ya como novios recientes, al contrario de lo que el capitán y Zenaida suponían, y menos como amantes tardíos. Era como si se hubieran saltado el arduo calvario de la vida conyugal, y hubieran ido sin más vueltas al grano del amor. Transcurrían en silencio como dos viejos esposos escaldados por la vida, más allá de las trampas de la pasión, más allá de las burlas brutales de las ilusiones y los espejismos de los desengaños: más allá del amor. Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte."
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29 de jul. 2020
cap al final d''El amor en los tiempos del cólera'
Ahir a la nit rellegia les últimes pàgines de la novel·la El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, i hi vaig trobar aquest fragment magnífic:
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12 de jul. 2011
le premier jour du reste de ma vie
Avui ha sigut un dia molt molt molt especial per a mi: avui he passat les proves que em permetran tenir una situació laboral estable a la Universitat de Barcelona. Un somni, tot un privilegi.

Estic envoltada de gent meravellosa, família i amics, que m'han acompanyat en aquest procés llarg i dur, i que avui s'han alegrat amb mi quan han sabut que tot havia anat bé. I avui també he recordat
--com els recordo sempre-- la meva neboda Marina Nogué i el meu amic Joan Solà, que estic segura que també haurien compartit aquesta alegria.
Les persones que havien de valorar les proves han tingut una actitud exquisida amb mi i amb la meva feina. M'he sentit justament valorada pel que he fet i pel que faig, pel que és una part important de la meva vida. I els en dono les gràcies.
Doncs sí, avui sento que és el primer dia de la resta de la meva vida...
Un matin comme tous les autres
un nouveau pari
rechercher un peu de magie
dans cette inertie morose.
Clopin clopan sous la pluie
jouer le rôle de sa vie
puis un soir le rideau tombe
c'est pareil pour tout l'monde.
Rester debout mais à quel prix
sacrifier son instinct et ses envies
les plus essentielles.
Mais tout peut changer aujourd'hui
est le premier jour du reste de ta vie
plus confidentiel.
Pourquoi vouloir toujours plus beau
plus loin plus haut
et vouloir décrocher la Lune
quand on a les étoiles.
Quand les certitudes s'effondrent
en quelques secondes
sache que du berceau à la tombe
c'est dur pour tout l'monde.
Rester debout mais à quel prix
sacrifier son instinct et ses envies
les plus confidentielles.
Mais tout peut changer aujourd'hui
est le premier jour du reste de ta vie
c'est providentiel.
...
Debout peu importe le prix
suivre son instinct et ses envies
les plus essentielles.
Tu peux exploser aujourd'hui
et le premier jour du reste de ta vie
non accidentel.
Oui tout peut changer aujourd'hui
et le premier jour du reste de ta vie
plus confidentiel.
Estic envoltada de gent meravellosa, família i amics, que m'han acompanyat en aquest procés llarg i dur, i que avui s'han alegrat amb mi quan han sabut que tot havia anat bé. I avui també he recordat
--com els recordo sempre-- la meva neboda Marina Nogué i el meu amic Joan Solà, que estic segura que també haurien compartit aquesta alegria.
Les persones que havien de valorar les proves han tingut una actitud exquisida amb mi i amb la meva feina. M'he sentit justament valorada pel que he fet i pel que faig, pel que és una part important de la meva vida. I els en dono les gràcies.
Doncs sí, avui sento que és el primer dia de la resta de la meva vida...
Un matin comme tous les autres
un nouveau pari
rechercher un peu de magie
dans cette inertie morose.
Clopin clopan sous la pluie
jouer le rôle de sa vie
puis un soir le rideau tombe
c'est pareil pour tout l'monde.
Rester debout mais à quel prix
sacrifier son instinct et ses envies
les plus essentielles.
Mais tout peut changer aujourd'hui
est le premier jour du reste de ta vie
plus confidentiel.
Pourquoi vouloir toujours plus beau
plus loin plus haut
et vouloir décrocher la Lune
quand on a les étoiles.
Quand les certitudes s'effondrent
en quelques secondes
sache que du berceau à la tombe
c'est dur pour tout l'monde.
Rester debout mais à quel prix
sacrifier son instinct et ses envies
les plus confidentielles.
Mais tout peut changer aujourd'hui
est le premier jour du reste de ta vie
c'est providentiel.
...
Debout peu importe le prix
suivre son instinct et ses envies
les plus essentielles.
Tu peux exploser aujourd'hui
et le premier jour du reste de ta vie
non accidentel.
Oui tout peut changer aujourd'hui
et le premier jour du reste de ta vie
plus confidentiel.
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10 d’abr. 2011
màrqueting editorial: la imaginació al poder!
Aquest és el lipdub que han preparat al Grup 62 per al Sant Jordi d'enguany. Gent coneguda i gent de la que fa possible que les coses es facin sense sortir a la foto.
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17 de març 2011
"Terratrèmol", Miquel Martí i Pol
No estic pas gens segur que tots els càlculs
que he fet siguin correctes. De vegades,
quan un es pensa que té controlat
el jaient de les coses, se li giren
i li provoquen cobriments de cor,
per dir-ho amb una mena d'eufemisme.
Tampoc s'hi val a fer jocs de paraules
perquè tothom sap que la vida és dura
i no regala res. I doncs, què em queda?
M'agradaria veure'm amb els ulls
tancats, per descobrir què hi ha darrere
d'aquesta paret llisa de la fosca.
Potser el no-món és un prodigiós
reialme de no-gent que, com si res,
s'ha desentès amb el vel d'un sol gest
de les foteses que ara em preocupen.
"Terratrèmol", Miquel Martí i Pol
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17 de febr. 2011
Y uno aprende...
Después de un tiempo
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,

y uno aprende
que el amor no significa acostarse
que una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender...
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar una derrota
con la cabeza alta y los ojos abiertos,
y uno empieza a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
Y los futuros tienen una forma de
perderse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que... si es demasiado
hasta el calorcito del sol, quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada adiós uno aprende
y con cada día... uno aprende.
J.L. Borges
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende
que el amor no significa acostarse
que una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender...
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar una derrota
con la cabeza alta y los ojos abiertos,
y uno empieza a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
Y los futuros tienen una forma de
perderse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que... si es demasiado
hasta el calorcito del sol, quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada adiós uno aprende
y con cada día... uno aprende.
J.L. Borges
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5 de febr. 2011
les dones d'avui
Acabat de rebre ara mateix.
"ELOGIO A LA MUJER BRAVA"
Para quien no lo sepa, Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se licenció en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico defensor de derechos humanos y fundador de la que ahora es la Facultad de Medicina), pero vuelve a Italia por las amenazas recibidas. Regresa en 1993, aproximadamente, y en la actualidad reside en Bogotá.
Elogio a la mujer brava
Por Héctor Abad
Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.
A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido.
Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.
La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.
Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.
Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.
Los varones machistas somos animalitos todavía, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.
¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!
Oro por que mis HIJAS sean de éste maravilloso grupo y encuentren hombres que sepan apreciar a esta clase de nuevas mujeres!!!
"ELOGIO A LA MUJER BRAVA"
Para quien no lo sepa, Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se licenció en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico defensor de derechos humanos y fundador de la que ahora es la Facultad de Medicina), pero vuelve a Italia por las amenazas recibidas. Regresa en 1993, aproximadamente, y en la actualidad reside en Bogotá.
Elogio a la mujer brava
Por Héctor Abad
Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.
A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido.
Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.
La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.
Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.
Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.
Los varones machistas somos animalitos todavía, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.
¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!
Oro por que mis HIJAS sean de éste maravilloso grupo y encuentren hombres que sepan apreciar a esta clase de nuevas mujeres!!!
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